4 secretos del grito más misterioso en la historia del arte
Publicado el: 16/02/18
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En un periodo de 18 años, Munch pintó al menos cuatro óleos y una litografía con características similares. ¿Cuáles son las diferencias entre ellos y los enigmas que esconden

Un cielo rojo apocalíptico

 

La famosa descripción de Munch escrita en Niza en 1886 da cuenta de la escena que percibió y lo inspiró a pintar El Grito:

«Iba caminando con dos amigos por el paseo, el sol se ponía / el cielo se volvió de pronto rojo / yo me paré / cansado me apoyé en una baranda / sobre la ciudad y el fiordo oscuro azul no veía sino sangre y lenguas de fuego / mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo / y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza».

Es probable que el pintor presenciara un atardecer único de un rojo intenso o bien, que únicamente se tratara del resultado interpretativo de sus sentimientos; lo cierto es que tanto la expresión escrita como visual sobre aquél momento dan cuenta de un escenario excepcional, un cielo rojo fuego con pinceladas intensas y resplandecientes.

Una hipótesis original para tratar de explicar lo anterior fue formulada por Donald Olson, un astrofísico estadounidense en 2003. Según Olson, la respuesta de aquél cielo que conmocionó a Munch estuvo a miles de kilómetros de Oslo: la erupción del volcán Krakatoa, en Indonesia.

La hipótesis del científico es que el efecto de refracción de los rayos solares sobre las partículas de la estruendosa explosión regaló atardeceres intensos y de distintas tonalidades a buena parte del globo por al menos tres años consecutivos; no obstante, esta versión es desacreditada por historiadores del arte que afirman, es un error pensar a El Grito como una obra descriptiva sin considerar el sentir del artista. 

 Los cuatro gritos de Munch



 La obra más conocida del artista noruego dista de ser única. La idea rondaba la mente de Munch desde 1892, año en que realiza una primera versión de Desesperación –nombre original de la obra–, donde una figura humana con sombrero camina desolada por el puente con el cielo rojizo de fondo.

En un periodo de 18 años, Munch pintó al menos cuatro óleos y una litografía con las mismas características. La más famosa y reproducida data de 1910 (aunque por mucho tiempo se creyó que era original de 1893), se encuentra en Oslo y es propiedad de la Galería Nacional de Noruega.

Desaparecen los humanos

Ansiedad (1894) presenta una fila de hombres transitando por el mismo puente y una mujer en primer plano. Todos visten de gala y sus rasgos humanos (nariz, ojos, boca) son inconfundibles, mientras ella lleva un sombrero y una mascada, dando cuenta de su condición social.

Con el paso de los años, la composición adoptó una figura humana en solitario, ahora con un sombrero y de perfil, dirigiendo su mirada completamente hacia el río. En su siguiente versión el hombre pierde el sombrero y mientras se lleva las manos a los bolsillos, expresa un gesto de tristeza y resignación con los hombros encogidos; sin embargo, El Grito definitivo (1910) presenta un rostro misterioso que parece trascender a lo humano.

 


La criatura misteriosa

¿Qué inspiró a Munch a transformar las personas de El Grito en una silueta enigmática con el paso de los años? ¿Se trata únicamente de una deformación que recala en la condición humana y el espiral de ansiedad y depresión que transitaba el pintor, o su intención fue una criatura distinta? Probablemente se trata del mayor enigma de su obra más famosa.

En 1978, el historiador del arte Robert Rosenblum intentó resolver esta incógnita y después de analizar la iconografía de finales del siglo XVIII, llegó a la conclusión de que el protagonista de la obra está inspirado en una momia de una civilización que floreció en Chachapoyas, Perú. Según Rosenblum, Munch quedó impresionado por la expresión de la momia cuando fue exhibida en la Exposición Universal de 1889 en París.